martes. 16.04.2024

1.- Ya lo he dicho muchas veces. Rajoy es un hombre de Estado. Ayer lo volvió a demostrar, tras haberlo citado el PSOE –a través de su “sindicato” Adade, un despacho de abogados afín a los socialistas– para que declarara en el caso Gürtel. Fue brillante, entró por el garaje, no le dio gusto ni al PSOE ni a Podemos con el paseíllo, ni tampoco a los plumillas, y estuvo menos dos horas en las instalaciones de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares. No rehuyó ni una sola pregunta, las fiscales fueron parcas y breves y José Mariano Benítez de Lugo, principal abogado de Adade, pariente del marqués de La Florida, o quizá marqués, que no lo sé, se quedó en blanco con los suyos. Pedro Sánchez hizo el ridículo, una vez más, y exigió la dimisión de Rajoy. Este no se ha enterado de que hay Rajoy para rato y que le volverá a ganar, por goleada, en las próximas elecciones. Y van tres. Para mandar en España es mejor ser gallego, y a las pruebas me remito. Rajoy derrochó serenidad, llegó vestido de oscuro, no pisó el salón (sino que declaró desde el estrado) y contestó con tanta ironía que tuvo que soportar una breve admonición del presidente del tribunal para que se ciñera a los hechos. Precisamente era éste el magistrado que no consideró necesario que estuviera allí Rajoy, de cuerpo presente –es un decir–, en vez de por videoconferencia, en contra del criterio de sus otros dos compañeros. Rajoy no dio ni un solo titular, quizá uno: que él hacía política, no contabilidad.

2.- Otro episodio terminado. A lo mejor, dadas las causas que tiene abiertas el PP, Rajoy volverá a ser llamado. Contestará de la misma forma y Pedro Sánchez, que a veces parece tan elemental que me asusta que sea el “jefecillo” de la oposición, volverá a pedir su dimisión. El PSOE de la era moderna no se da cuenta de que tiene a dos ex presidentes andaluces sentados en el banquillo del Tribunal Supremo y que su corrupción, en términos absolutos, es mucho más terrible que la del PP, si fuera cosa de cuantificarla. Este chico –Sánchez– nunca pasará de ser un penene guapito que jugaba al baloncesto. Ni tiene talla intelectual para liderar el PSOE –que le votó porque el partido está hecho unos zorros–, ni tampoco posibilidad alguna de gobernar cuando toque, porque la gente no es tonta y no va a votar a alguien que basa su programa político en echar a Rajoy, con el que está realmente obsesionado. Sería mejor que el PSOE buscara a alguien capaz de hacerlo porque a este pollo no lo quieren ni sus propios compañeros. A mí me da mucha pena porque no se da cuenta de que es un perfecto inútil.

3.- Los de Podemos pidieron ver a Rajoy en el Parlamento, explicando lo del Gürtel. Quieren sus minutos de gloria, como siempre, pero ellos no explican el destino de las perras que recibieron de Irán y de Venezuela. Ellos aplican siempre la ley del embudo, que acaba siempre siendo verdugo de los que creen en ella. Iglesias es un presumido y quiere ser reina por un día contestándole a Rajoy en la cámara. Yo le daría el gusto. Cuando llegan estos momentos, los podemitas se ponen nerviosos y empiezan a insultar y a secarse las manos en las mangas de sus anoraks, colgados del respaldo de sus asientos, y entonces pierden toda la razón ante la opinión pública. Así es y así será siempre. ¿Por qué cayó en picado Sánchez, y para siempre en aquellas vísperas electorales? Por insultar a Rajoy y llamarlo “indecente”. El votante nunca se lo perdonó, sobre todo porque enfrente tenía a un señor, en toda la extensión de la palabra, posiblemente mucho más decente que él.

Es una publicación de El Diario de Tenerife.com

Rajoy, brillante
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