viernes. 19.04.2024

Lo que esta pasando en España no es otra cosa que el resultado de uno de los efectos mas perniciosos que tiene la democracia.

Dicen que el sistema político mas justo que tenemos los ciudadanos para elegir a los que nos gobiernan es el del sufragio universal, el de un ciudadano un voto.

Partiendo de esa realidad, incuestionable e irrenunciable, nos encontramos que la elección de nuestros representantes puede llegar a resultar un verdadero problema cuya raíz es precisamente la riqueza de nuestra democracia.

De acuerdo a lo que todos los españoles decidimos en su día, cada cuatro años, cada uno más o menos en caso de los catalanes, elegimos a aquellos de entre los nuestros a los que consideramos mas preparados para llevar las riendas de un país tan sumamente complejo y complicado como el nuestro.

Según este sistema de gobierno del que nos hemos dotado, cualquier ciudadano español, mayor de edad, puede ser elegido y, en su caso, llegar a ocupar el sillón más alto de la política patria, el de presidente del gobierno.

Los resultados de los últimos comicios, tanto las elecciones catalanas como las generales, han puesto de manifiesto que, de una forma o de otra, este sistema de elección debería ser revisado con urgencia.

Una vez mas y ya son muchas, los ciudadanos que han salido de las urnas han puesto de manifiesto que, para nuestra desgracia, no están a la altura de lo que este país necesita y pone de manifiesto el torticero sentido que tiene nuestro sistema de elección. Cualquier ciudadano puede ser político, incluidos los más inútiles e incompetentes.

Para ser, medico, arquitecto, ingeniero, químico, matemático, juez, abogado, notario, registrador, etc., hay que tener una carrera universitaria. Para ser policía, funcionario de una institución pública, de prisiones, bombero, etc., hay que pasar unas duras oposiciones donde, además de tener una formación en muchas materias, hay que competir con miles de ciudadanos con las mismas o mejores aptitudes para el cargo que uno mismo.

Esto tiene su lógica. Para ejercer cualquier profesión hay que demostrar unos conocimientos y una preparación que garantice el adecuado desarrollo de la función que vamos a llevar a cabo. Excepciones a parte, que las hay, en casi todos los ordenes de la vida profesional y si están al servicio de los demás con mas razón, los ciudadanos somos gente preparada, entre otras razones porque así se nos exige vía formación y vía oposición.

Pero por obra y gracia de la democracia, para ejercer la política nada de lo anterior es necesario, solamente estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno.

Las elecciones nacionales y las catalanas han dejado un panorama complicado no, lo siguiente.

Las primeras porque gracias a que los españoles hemos elegido de aquella manera, solo nos queda la opción de volver a pasar por las urnas para ver si conseguimos dar en el clavo a la segunda.

Y las catalanas porque gracias al personalismo irracional e interesado del peor político que ha pasado por las tierras que conformaban el antiguo Reino de Aragón y porque, en el pleno ejercicio de sus libertades, algunos ciudadanos catalanes decidieron dar su apoyo a un partido que pretende volver a esa región a la era del carbón, la CUP, nos vemos abocados en marzo a tener que corregir este desaguisado votando otra vez y ya van seis en cinco años.

Mariano porque sin él el caos. Pedro porque es el cambio que quieren los españoles, según su particular y retorcida forma de leer de los resultados. Pablo porque su particular Dios mesiánico le ha mandado a la tierra a salvarnos de la miseria en la que los demás, todos, nos han metido a lo largo de los siglos. Albert porque se ha dado cuenta, el solo, de que hay vida más allá del centro derecha tradicional. Y finalmente Artur porque sin independencia su futuro al aire libre estaría más que comprometido.

El caso es que tanto en España como en Cataluña la única solución posible, que no racional, es volver a ejercer nuestro real decreto de equivocarnos de nuevo.

El PP se ha ganado a pulso que nadie le quiera. El PSOE todavía no se ha enterado que gran parte de lo que ha pasado en España es culpa suya. PODEMOS cree que una revolución nacional, socialista, comunista, bolivariana, castrista, anarquista, laica feminista, etc., según le de al iluminado de turno cuando se levanta por las mañanas, es la única forma de sacar a nuestro país de la quiebra social, económica, moral y ética en la que nos han metido todos aquellos que en el tiempo han estado. Y CIUDADANOS esta en el papel de niño bueno, ese que nunca ha roto un plato y que puede ser el equilibrio entre el bien y el mal.

Total, que ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. No hay forma humana de que todos ellos se den cuenta de una vez que muy por encima de sus propios intereses, están los intereses de los que les votamos, incluso de los que no fueron a votar.

No voy a analizar, porque tendría que escribir algo parecido a una encíclica papal, las razones que, desde que se celebraron las elecciones, han argumentado unos y otros para no llegar a un acuerdo de gobernabilidad. No lo voy a hacer entre otras cosas porque la razón no es absoluta y la mía mucho menos, pero lo que si tengo claro es que ninguno de los elegidos para la gloria y para cobrar un sueldazo amen de otros privilegios, están a la altura de lo que los ciudadanos demandamos.

A un medico, a un juez, a un profesor, a cualquiera de los ciudadanos de los gremios de los que he mencionado antes les puedo exigir un mínimo de profesionalidad porque, entre otras cosas, se han formado para tenerla, pero a los amarraboinas y aparcavacas que hemos decidido que nos representen me los tengo que comer con patatas, porque la democracia permite que cualquier indocumentado mental pueda llegar a ocupar el sillón de la Moncloa a pesar de no tener 10 minutos de inteligencia social. La culpa no es solo suya, es nuestra. Si yo como propietario de una empresa contrato como gerente a un zoquete y como consecuencia de eso mi empresa se va al garete, la culpa no la tiene el zoquete en cuestión si no yo por contratarlo sabiendo que lo era.

En definitiva, el resultado de que los españoles ejercitemos el derecho constitucional que nos asiste a elegir a nuestros representantes políticos ha puesto a España proa al marisco, es decir que en lugar de avanzar para solucionar los gravísimos problemas con los que convivimos a diario, los ciudadanos no los políticos, hemos creado un problema si cabe mas grave todavía y de muy difícil solución.

No creo bajo, ningún concepto, que esto sea lo que nos merezcamos, pero es lo que tenemos porque así lo hemos querido.

Proa al marisco
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