sábado. 20.04.2024

Ha trabajado durante muchos años en la Cadena Cope y se le nota que le gusta la radio; pero es que Elena Martín, es una mujer polifacética. Sigue trabajando con “Las Virtudes”, aunque ya no haya muchos espacios en la televisión para verlas; da clases de teatro y además educa en emociones. Reniega del humor como fórmula de desprestigio hacia los demás y reconoce que la vida en Lanzarote le parece una fantástica perspectiva de vida. En el programa “La Mañana” de Cope Lanzarote de este miércoles dio todos los detalles sobre su próximo taller de teatro en San Bartolomé.

- Ha colaborado durante mucho tiempo en la radio, en la Cadena Cope, con Cristina López Schlichting. ¿Es un medio que le gusta?

- Para mí la Cope es como estar en casa. He estado con Cristina y su equipo y siempre me he sentido muy a gusto. He trabajado desde el principio en radio y sólo los últimos tres o cuatro años no he estado de forma continuada y me parece un medio fantástico, íntimo, bonito, cercano. La radio es de las cosas más bonitas que hay.

- Y de repente llega a Lanzarote. ¿Cómo ha sido el cambio de vida?

- Mucha gente sabrá que mi marido es el Comisario de la Policía Nacional de Lanzarote. Le ofrecieron la posibilidad de venir y lo estuvimos hablando. Yo estaba enamorada de la isla porque me encantó cuando bien hace muchos años y no lo dudamos. Nos pareció una perspectiva fantástica de vida y dicho y hecho, en un mes hicimos las maletas. Yo sigo organizando ocasionalmente cosas con Las Virtudes y tengo trabajos que me salen en televisión. Es más complicado hacer teatro que en Madrid pero aprovecho para dar clases. Como viajo a menudo, estamos en el paraíso.

- Ya ha impartido varios cursos en la isla. ¿Cómo está siendo la experiencia?

- Muy buena. Ya llevaba años impartiendo talleres en Madrid, sobre todo, de bienestar emocional. Me pidieron que impartiese cursos de teatro y me pareció una magnífica manera de poder trabajar el mundo emocional a través de un escenario porque además de pasárselo bien, que es la principal premisa que tengo, hago un trabajo que sirve de utilidad. Son clases que ayudan a aprender a formarte como actor o actriz, a posicionarte sobre un escenario pero también a conocerte a ti mismo y a los demás o a trabajar en equipo. Es la plataforma perfecta para pasárselo bien y además, aprender.

- ¿Es importante dominar esa faceta emocional para ser un buen actor?

- Sí. He conocido a todo tipo de actores, los que sí dominan el aspecto emocional y los que no. No resta profesionalidad pero sí sufren muchísimo más y disfrutan mucho menos. Hay gente con pánico escénico, miedos a actuar y cuando uno aprende a adquirir confianza y a sentirse bien, parte de esas inseguridades se desvanecen. Yo, como público, no busco la perfección; busco una experiencia, emocionarme, conectar y cuando aprendemos esas cosas, nos damos cuenta de que es mucho más divertida la labor interpretativa y la vida en general.

- ¿No es esa faceta emocional la que más le cuesta a mucha gente a la hora de apuntarse a un taller de teatro?

- Sí pero es que al final, lo que llevamos dentro siempre termina saliendo. Yo lo hago mucho en las clases. Desde el primer momento intento que se den cuenta de cómo se ve lo que somos, nuestras capacidades, nuestros talentos, y un escenario lo único que hace es amplificarlo. Sin embargo, es algo que hacemos en todo momento, pero como se va dosificando no se nota tanto. Estamos expuestos a la opinión de los demás y a la nuestra propia, que suele ser la más crítica. Todos pasamos por distintos personajes en nuestro día a día.

- Nadie es igual cuando pide un trabajo, está con el tutor de sus hijos o con sus amigos de fiesta…

- Claro, tenemos que cambiar o fingir para ser mejor aceptados. En el teatro además, añadimos los diferentes aspectos del personaje.

- ¿El mundo de la actuación se ha perdido a grandes actores por el miedo al ridículo?

- No. Precisamente, gente con mucho miedo al ridículo se lanza al teatro como una necesidad. Hay mucha gente con miedo al ridículo y lo hace, pero lo pasa mal y ahí es donde me gusta trabajar a mí, porque tengo formación en el mundo emocional y treinta años de experiencia como actriz. Por eso, en mis clases trabajamos ese aspecto, además de la técnica.

- Estamos viviendo un momento en el humor con mucha crispación, nada que ver con lo que se hacía hace unos años. ¿Cómo lo ve usted?

- Me da un poquito de pena porque hay que coger todo como con pinzas. Estamos demasiado sujetos a lo que es y no es políticamente correcto, a la opinión y a veces, no sabemos discernir hasta dónde llega la libertad de expresión. Una parte de culpa está en que parece que tenemos que opinar de todo y hacer crítica de todo y el humor tiene que estar por encima. Tiene que servir para poder quitar hierro a situaciones y hacer crítica. Es una herramienta que te hace pensar por la puerta de atrás y puedes llegar a cosas que son complicadas desde otro punto de vista. No se debe utilizar el humor como arma arrojadiza. Hay gente que utiliza el humor para ponerse por encima. Creo que pasa demasiado para ridiculizar y como opción personal, a mí no me hace gracia. Yo respeto todo tipo de humor pero a mí, como espectadora, me deja con la sensación de dolor en el estómago. Yo prefiero el humor del absurdo y hacer crítica en momentos puntuales pero que no todo sea crítica y ridiculización de un hecho o una persona porque al final, más que una herramienta para suavizar, para acercar o unificar, que es el objeto del humor, se usa como un arma arrojadiza y a mí me cansa. Son modas y suele pasar que hay medios que sólo se apuntan a lo que está de moda. Afortunadamente, hay otras opciones y gente que hace otro tipo de cosas.

- Los músicos se quejan de que no hay espacios en televisión para actuar, algo que parece que sucede también con los humoristas que no entren en el Club de la Comedia. ¿Es así?

- Eso es. Limita mucho el tipo de humor. Está muy bien pero educa a los jóvenes a un tipo de humor muy concreto. Cuando yo era joven, había muchas opciones y muchos tipos de cómicos pero ahora sólo está el código del monólogo, en que normalmente, se critica. Faltan esas cosas y hemos perdido algunas fórmulas en televisión, que quizá hasta ahora nos parezcan horteras, pero eran familiares y la gente veía un número de magia, a un cantante y a un humorista. Ahora el humor se ha reservado a El Club de la Comedia o programas de castings, que no cuestan un duro porque son personas que van a concursar. Es lamentable porque no da oportunidad a profesionales consolidados para mostrar su trabajo. Sole y yo seguimos trabajando juntas con Las Virtudes pero la gente piensa que no porque no nos ven en la tele. Se perjudica a la gente que ya está trabajando y se dificulta que aparezcan nuevos artistas.

“No se debe utilizar el humor como arma arrojadiza”
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