viernes. 19.04.2024

Por J. Lavín Alonso

Los resultados del referéndum en Montenegro, el pasado 21 de mayo, en los que se dilucidaba su permanencia en la federación yugoslava junto con Serbia, o su vuelta a la condición anterior a la I Guerra Mundial de estado soberano e independiente, han dado el triunfo a los partidarios de la secesión, por cierto, por el escasísimo margen de un 55,4% sobre el 55% que la UE había impuesto como tope mínimo para reconocer la validez de los resultados favorables a dicha secesión. Este proceso ha levantado verdaderas expectativas en ciertos estamentos políticos españoles proclives a la autodeterminación de sus regiones o autonomías, eufemismo con el que se trata de descafeinar lo que no es otra cosa que un separatismo puro y duro. Se trata, lisa y llanamente, de una burda interpretación pedestre de dicho referéndum así como de la situación en los Balcanes, muestra de un oportunismo político desfachatado e ignorante.

En su entusiasmo comparativo, han dado estos conspicuos de la disolución en establecer analogías entre lo ocurrido en Crna Gora - nombre eslavo de Montenegro - y lo que podría ocurrir en su cotarro, tomando aquello como referente y ejemplo a seguir. Están en su derecho de pensar y desear lo que quieran, faltaría más, pero me temo que su entusiasmo supera con creces sus conocimientos de historia acerca de este país balcánico, o quizás la interpreten del modo y manera que conviene a sus intereses particulares. Otra cosa es que tales deseos tengan visos de verosimilitud.

Montenegro, tras un prolongado periodo bajo la influencia del Imperio Otomano, consiguió su independencia Durante el Congreso de Berlín, en 1878. Este proceso fue recogido en el llamado Tratado de San Stefano. Al estallar la I Guerra Mundial, Montenegro se alió con Serbia contra el Imperio Austrohúngaro, lo que le costó ser invadido por este. Al finalizar la IGM con la derrota de los imperios centrales, fue abolida la monarquía en Montenegro y este procedió a formar una unión con Serbia y Eslovenia, lo que daría lugar a la creación del estado federado de Yugoslavia.

Durante la IIGM, Montenegro fue de nuevo invadido por Italia y Alemania. Al finalizar la guerra, liberado el país por los partisanos, este recobró su libertad y se reintegró a la federación Yugoslava.

Con el fin de la Gran Yugoslavia, a comienzos de la década de los 90, Montenegro mantuvo su unión con Serbia, formando la nueva República Federal de Yugoslavia. En el referéndum del pasado 21.05.06 se dilucidó su separación de esta federación y su retorno a la condición de país soberano e independiente. Como es fácil apreciar, la cosa va de un país soberano que se integra en una federación y, transcurridos mas de ochenta años y múltiples avatares políticos y bélicos, decide ahora volver por sus antiguos fueros.

¿De que autodeterminación están hablando algunos “historiadores” de zulo y barretina? ¿Dónde está la similitud entre la historia de Crna Gora y la de Euskal Herría, Cataluña o cualquier otra región de España? Los hay que no paran de alucinar y de ver al fantasma de la Ópera por todas partes. Son como niños, pero ojo: niños letales.

Montenegro y algunos visionarios
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