jueves. 28.03.2024

Puede pensarse que a los lanzaroteños les da yu yu quemar a sus difuntos, pero parece ser que el motivo de que sólo el 1% de los isleños elijan esta opción para sus seres queridos es más la falta de costumbre. Eso es al menos lo que se desprende de la experiencia de José Santana, responsable de Funeraria Lanzarote, que asegura que “la gente no se ha adaptado a este tipo de servicio porque piensan que es algo muy frío y que si el familiar es enterrado siempre va a estar ahí”.

En opinión de este profesional, “es comprensible que muchas personas no quieran pasar por el trago de incinerar a un ser querido porque el horno lleva una gran cantidad de horas para poder culminar el proceso y la gente no se siente bien”. El hecho de que la máquina haga un ruido fuerte y que tenga que haber un testigo que haga acto de presencia para testificar que el cuerpo se ha metido en la maquina tampoco ayuda.

Santana asegura que la cuestión económica no suele ser determinante a la hora de decantarse por una fórmula u otra y que cuando alguien acude a la funeraria “quieren dejar las cosas en tus manos y aunque la incineración sea la técnica más limpia y más salubre, los lanzaroteños no están convencidos a la hora de quemar un cuerpo”.

En cuanto a la capacidad de la Isla para disponer de terreno para cementerios, Santana explica que “en otros sitios sí que se están pensando cómo se puede hacer para que no se siga ocupando terreno para camposantos ya que encontrar los lugares oportunos cada vez es más complicado”. Por eso, supone que poco a poco la gente se irá haciendo a la idea de que antes o después tendrá que incinerarse a todo el mundo.

Sobre la situación concreta de los cementerios de Lanzarote, Santana dice que de momento, no ha habido problemas al respecto. En Arrecife se está pendiente de hacer una ampliación y en los campos todavía hay terreno suficiente para acoger nuevas sepulturas. Los que ya se han quedado como algo residual son los cementerios de iglesia, que se hacían antes por parte de los propios vecinos y que es probable que desaparezcan pronto.

Panteones

Lo que ya no se puede plantear un vecino de la Isla es la construcción de un gran panteón o cripta en la que vaya a poder tener su última morada junto a su familia porque no hay espacio. Dice Santana que no se están dando permisos hasta que el Ayuntamiento no establezca que hay suelo suficiente para este tipo de construcción.

En cuanto a los enterramientos de personas de otras religiones, que evidentemente no quieren recibir cristiana sepultura, el responsable de Funeraria Lanzarote afirma que “se están enterrando en los mismos cementerios, aunque son precisamente los extranjeros los que más quieren la incineración por si vuelven a sus países de origen, poder llevarse las cenizas consigo”. Muchas de estas personas son las que optan también por esparcir esas cenizas en el mar.

Por su experiencia, dice que los musulmanes se han adaptado a enterrarse en los cementerios de la Isla, obviando los elementos que tengan que ver con la religión cristiana y llevando a cabo sus propios ritos en sus centros de oración. Lo que, en opinión de este experto, sería imposible es que se construyera un camposanto exclusivo para personas de otras religiones.

Es habitual, en palabras de Santana, que los extranjeros incineren a sus difuntos los fines de semana, para reunir a amigos y personas allegadas que puedan acompañarles en el trance.

Leyenda urbana

¿Quién no ha oído hablar de la leyenda urbana de que los chinos no se mueren, que nadie ha leído ninguna necrológica ni ha asistido a ningún funeral ni ha visto ninguna tumba con un nombre oriental? Bien, pues José Santana asegura medio en serio medio en broma que “en todos los años que yo llevo trabajando en este sector, jamás ha venido ninguno”. Explica que no sabe qué pasará en otras funerarias pero que él nunca ha atendido a ningún oriental y no sabe darle una explicación. Dice que “no hay una explicación lógica”. Lo que está claro es que siempre que alguien fallece tiene que haber un contacto con las funerarias y los juzgados para que quede constancia y que se sepa qué va a pasar con ese cuerpo y que se firme una orden de enterramiento, así que “no creo que los sepulten por su cuenta en el jardín de su casa”.

2.100 euros de media

Si ya es triste perder a un ser querido, esa amargura se puede convertir en una tragedia cuando las familias tienen que enfrentarse a unos pagos que en ocasiones, no pueden afrontar. Un entierro medio cuesta unos 2.100 euros, que muchos ciudadanos prefieren ir pagando poco a poco a través de la contratación de un seguro que se ocupe de todo llegado el momento. Según Santana, el 65% de los usuarios recurren a este tipo de cobertura.

En cuanto a las supersticiones, comenta que han visto de todo, y que muchas personas tienen las cosas muy claras sobre lo que quieren para si mismos y para los familiares. “La gente pide distintos tipos de cajas, algunos en blanco, porque ya no se usa sólo el ataúd negro”, explica.

Sobre el mito de la profesión y lo duro que parece desde fuera, Santana asevera que sí que es complicado ya que están todo el día en contacto con gente que está sufriendo y que en ocasiones es especialmente traumático, “sobre todo ahora que está habiendo tantos accidentes de coche de gente muy joven”.

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