jueves. 28.03.2024

Por Miguel Ángel de León

Me cuenta el caso y la cosa una periodista fuereña que ejerce temporalmente en Lanzarote, a la que de más allá la dejaron literalmente en (o sin) bragas. Me ahorraré citar su nombre por aquello del derecho a la intimidad y el pudor femenino, si lo hubiera o hubiese a estas alturas de la impudicia. La cosa fue que en unos pasados y pesados "sangineles" (con perdón por la redundancia, pues ya sabemos que todos los "sangineles" de último son pesados, aburridos, insustanciales y tontos) fue objeto de un robo en su domicilio suyo de ella, como dijo el redundante. La buena mujer (en el más amplio sentido de la palabra) siempre sospechó que el ladrón era ladrona, puesto que se llevó también toda su ropa interior: no dejó ni una braga ni un sujetador de su preciosa y preciada colección. Ya le dije en su día y momento que a lo peor se trató de un fetichista, para añadirle romanticismo al robo, pero a ella esa otra posibilidad se le antojaba aún más depravada, y sigue en sus trece:

-Pues si es fetichista es una lesbiana...

Todavía con la rabia del robo en el cuerpo, me contaba la muchacha a la que dejaron literalmente cuasi desnuda que al día siguiente de perpetrado el robo -que se dice- acudió a denunciarlo a la Policía. Y ésta es la hora, años después de sufrido el mismo, en la que todavía no le han dicho nada desde el Cuerpo (policial, se sobreentiende), mientras el suyo sigue añorando aún aquellos trapitos que había ido amontonando con tanto aprecio, fruto de compras compulsivas o regalos especiales. Siempre que me cuenta el caso le repito las mismas frases hechas para intentar -inútilmente- consolarla:

-Para esas cosas hay que esperar sentados, mi niña. Y las prisas tampoco son buenas consejeras. Despacito y buena letra. La Policía no es tonta... aunque a veces sea un poco lenta.

Boberías para contentar a toletas. Justo lo que ella no es, porque en la profesión también hay gente despierta, aunque a veces pueda perecer lo contrario entre tanta patada a la principal herramienta de trabajo y demás anglicismos innecesarios.

Poco después del atentado sufrido en sus propias carnes, la periodista cubrió el caso del robo del que había sido objeto la propia Policía Local de Arrecife. También a los agentes les habían robado ropa en su propia casa (en la del Cuerpo), así como un paquete de balas y no sé si alguna tiradera o tirabenque. Me lo resumió muy bien por aquel entonces, con una frase que parecía un titular periodístico:

-Ya veo que no soy el único cuerpo al que han dejado desnudo.

Y ayer mismo me llama y me cuenta la última, que también tiene que ver con el Cuerpo policial . Si no me ha tomado el pelo, parece que algunos miembros de la Policía Local capitalina han decidido posar cuasi desnudos para unas fotos con las que intentan recaudar un dinero para viajar a no recuerdo dónde. La idea no es que sea muy original, puestos a contar verdades, pues a estas alturas de la Liga ya se ha desnudado todo dios en almanaques y por ahí. Y entonces la periodista de marras, que tiene mejor cuerpo que todo el Cuerpo policial junto, ejerce de tal:

-¿Tú pagarías por esas fotos?

-Sí, lo que haga falta... por no verlas.

Para gustos, colores. Para disgustos, calendarios con cuerpos cambiados. ([email protected]).

La muchacha de las bragas robadas
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