jueves. 18.04.2024

Al fin una buena noticia: en 2013 no habrá Gala de la Reina del Carnaval de Arrecife. El dios de la bobería institucionalizada aprieta pero no ahoga. ¡Aleluya, cada uno con la suya! ¡Albricias, loados sean los cielos! A todos nos llega de orgullo y satisfacción que tenga que ser la crisis la que les quite a muchos (políticos, periodistas trocados en publicistas y por ahí seguido) la careta de la bobería. No hay mal que por bien no venga, o a la inversa.

Ustedes se lo tomarán a broma, pero muchos llevábamos ya unas semanas sin lograr conciliar el sueño ante la posibilidad que decía la prensa seria (no se me ría nadie) de que se suspendiera o suspendiese definitivamente este año –no por falta de ganas sino de perras- la gala de la elección de Reina del Carnaval de Arrecife, la caos-pital conejera que no debe tener problemas más serios (ahora sí) de los que ocuparse y preocuparse.

¿Y qué harán ahora alcalde y concejales sin reina a la que colocarle su banda y su ramo de flores? ¿Con quién se sacarán todos ellos las fotos a las que tan adictos se han hecho y por las que serían capaces de matar? Ni en un animalito lo quisiera ver.

¿Significa esa confesada pérdida de sueño que hemos cambiado nuestra particular opinión sobre las populares y populosas fiestas del disfraz con las que la clase política le vuelve a dar gato por liebre a la manipulada y ninguneada ciudadanía? Ni tanto ni tan calvo. Pueblo anestesiado con pitos y flautas, pueblo manipulado y estafado. La mejor anestesia, la fiesta dirigida por los políticos disfrazada de libre transgresión popular.

Todavía hay países, en pleno siglo XXI, que llevan a la horca o al paredón a condenados contentos con su condena, colocados hasta el culo (con perdón) de drogas. Y pocas drogas tan efectivas como la que no parece tal: desde allá cuando los romanos, pan y circo para adormecer o adormilar a las masas. Funciona igual de bien, hoy como ayer. Si lo sabrán los que ordenan y mandan incluso el día, la hora, el lugar y hasta la forma en la que ha de divertirse la chusma, plebe o masa llevadera, a la que es fácil hacerle creer que es libre y soberana, que decide algo, como en las elecciones con trampa, candado y corruptos en las listas. Se ha demostrado palmariamente que no es difícil llevar al matadero a gente drogada. Es pan comido.

Mírese el carnaval de marras no más. Las murgas, ingenuas y onanistas (siempre hablando de sus problemas, quejándose del jurado, criticando a otras, como si imitaran al tal Mourihno al que le quedan dos afeitadas o dos telediarios en el poco inmaculado equipo blanco), siguen creyendo que a los políticos les importa algo más que un bledo sus críticas más o menos facilonas y mejor o peor rimadas (no me pronuncio porque hace años que dejé de seguirlas muy de lejos). El autoengaño es libre, incluso el masivo o colectivo, fomentado de mil amores también por los medios de comunicación que se prestan a la engañifa de intentar vender un carnaval rutinario y repetitivo como el no va más de la diversión.

Con la que está cayendo, por si ha quedado algo o alguien en pie después de la matraquilla teóricamente festiva de las navidades, por si nos pareciera poca mascarada la falsa preocupación de la clase política por los miles de isleños condenados al paro (a algunos se les mete en cursos de formación para que dejen de figurar en las negras estadísticas como parados puros de oliva, como diría el pequeño/gran Chiquito de la Calzada), más pan, más circo. Éramos pocos y la abuela presta y dispuesta a parir trillizos.

Los amantes de los tópicos y de las frases hechas repiten como loros que el carnaval es la orgía de la carne. Algunos ilusos incluso se lo creen, porque hay gente para todo, como si hoy cualquier día –y no digamos cualquier noche- no fuera o fuese buena para la fiesta carnal, como sabe hasta el más tonto del pueblo o el más despistado de la clase. Por su parte, los más originales del lugar alegan aquella otra inmensa mentira que afirma que el carnaval es desenfreno y subversión. ¿Subversión? ¿Quiénes son en este caso los presuntos subversivos: los que se dejan llevar por la corriente y, al igual que el repelente niño Vicente del sobado dicho, van a donde va la gente porque no tienen criterio propio, o los letristas de las murgas que se escudan en un disfraz colectivo para patear el idioma haciendo uso y abuso del lenguaje más fácil y soez? Igual las subversivas son las propias murgas, aunque tengo para mí que confunden por lo general la subversión con la subvención económica de los ayuntamientos o del Cabildo. Ahora no hay dinero, se acabó la murga, la reina y demás dinero de todos gastado (“malempleadito”, como dice el canario viejo) en la diversión de unos pocos. (miguelangeldeleon.blogspot.com).

La crisis desnuda a la reina
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