martes. 23.04.2024

Se han hecho tantas versiones del Quijote de Cervantes como estrellas hay en el cielo, o más. Ahora se están estrenando unas cuantas. Nosotros tenemos aquí la nuestra, la particular, la del Quijote “parlanchín” de estirada y enclenque figura que pulula por el Lanzarote de nuestros amores y pecados desde hace algunos años y que ya tiene bastante cansado al personal. El tipo, godo de la peor especie -entiéndase por godo no peninsular, sino heredero de las peores artes colonialistas-, se permite el lujo un día sí y otro también de intentar dar lecciones a todo el mundo. Y decimos “intentar”, porque conseguirlo no lo consigue. Aquí, en esta pequeña islita, nos conocemos todos. Y al Quijote le conocemos muy bien, sobre todo nosotros. Él con sus hierbas y sus boberías tiene más que suficiente. El problema es que últimamente se está pasando de la raya -en todos los sentidos-, y vamos a tener que contar alguno de sus muchos logros, que los tiene. Estén atentos a la esparragada historia de este sujeto.

EL QUIJOTE Y LAS HIERBAS
Comentarios