viernes. 29.03.2024

Por Pedro de Armas San Ginés

El alcalde de Haría se ha convertido en un político pintoresco. Presume de ser el hombre de Adán Martín en Lanzarote (es decir, en el medianero de los intereses de ATI), pero su partido navega a la deriva mientras deshoja la margarita de si pacta o no con los tránsfugas del PIL para tratar de evitar en vano el descalabro electoral que las encuestas vaticinan a CC.

José Torres Stinga no ocupa todo su tiempo en la carretera y en Arrecife entre intrigas políticas, conspiraciones de salón y planificando evitar la debacle electoral de Coalición; además le queda tiempo para pasarse por la Alcaldía y firmar tres o cuatro papeles antes de echarse a la calle y pararse a charlar con todo el que se encuentre para intentar mantener alta la frágil moral de sus electores. De vez en cuando se acuerda de las necesidades del municipio y de los hijos e hijas de Haría, y hasta de sus promesas electorales, pero por poco tiempo: enseguida regresa a su estado natural.

Haría no ha mejorado bajo el mandato de José Torres Stinga. La vida sigue igual, o peor, en un municipio olvidado por el alcalde, el Cabildo y el Gobierno de Canarias. Después de casi dos legislaturas al frente de la Alcaldía, José Torres Stinga ha demostrado de lo que es capaz y de lo que no, saldándose su gestión municipal con un rotundo fracaso.

Quizá para disimular su gris trayectoria política y pública, intenta culpabilizar a todo el que se le ponga a tiro de los males de Haría y de Coalición: la culpa siempre es de los demás.

Con Juan Ramírez Montero mantiene viva una vieja y enfermiza obsesión que lo lleva a tenerlo presente en todas las esquinas de su imaginación, temeroso con razón de que el ex alcalde le devuelva el golpe político, le gane las elecciones y lo envíe al lugar de donde nunca debió salir: la oposición de salón y de barra de bar en Arrieta. Las obsesiones de José Torres Stinga lo han convertido en un político atravesado y rencoroso que es incapaz de ver la viga en el ojo propio mientras trata de mirar si los demás llevan alguna pelusilla en los suyos. Ha distorsionado la realidad política hasta unos niveles tales que ya olvidó sus orígenes y su trayectoria en el Partido Socialista, en donde acabaron hartos de él, como ha olvidado que creó un partido de transición hacia Coalición tras detenerse en el peaje del PP. Un carrerón.

Convertido en una veleta política, trata ahora de pontificar con un único fin: arrojar humo y confusión sobre la escena urbanística norteña, de la que se ha convertido en el auténtico jefe. Según el alcalde, el Plan General de Ordenación de Haría es obra de los operadores inmobiliarios enemigos, y no obra suya, aunque ha sido él quien ha trazado las rayas en beneficio propio y de los allegados: tú puedes edificar, tú no; esto te lo protejo y no puedes mover ni una piedra, a ti no; esto de aquí es suelo rústico, aquello urbano... El hombre que ha desdibujado el futuro de muchas familias harianas intenta ahora responsabilizar a los opositores del desaguisado en que ha convertido el municipio.

La única verdad es que la gente está harta de un alcalde que dijo que llegaba a la política para regenerarla pero que ha sido incapaz incluso de regenerarse a sí mismo.

José Torres Stinga se ha convertido en un cacique de nuevo cuño y que se cree en posesión de la verdad única, mientras los problemas del municipio no paran de crecer: su desprecio por los demás sólo es equiparable a su cobardía. Parece que se envalentona, pero al cabo recula miedoso y no duda en negar lo evidente.

Mientras siga diciendo que lo que le ocurre a él y al municipio es fruto de una conspiración político-inmobiliaria, se olvida de que en todo pueblo pequeño la gente sabe quién linda con quién, gente que no entiende por qué del mojón para allá se puede construir y del mojón para acá no. Gente que sabe de parentescos y amistades, y que entiende a la primera por qué unos gozan de privilegios urbanísticos y otros no. Y gente que sabe que es el alcalde quien traza las rayas y da las autorizaciones.

Si alguna vez lo tuvo, José Torres Stinga ha perdido el norte. Y en mayo perderá las elecciones en el norte.

Carta abierta al alcalde de Haría
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